Viernes, 26 de Abril 2024

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- ¿Disculpas...?

Por: Jaime García Elías

-  ¿Disculpas...?

- ¿Disculpas...?

Cumplidas, esta mañana, 48 horas desde que el Presidente López Obrador instó a sus “adversarios” (ese es el calificativo que acostumbra enjaretar a sus críticos), “ya pasado el tiempo, ya más tranquilos, más serenos”, ofrecieran una disculpa pública a los integrantes del pomposamente denominado “gabinete de seguridad”, por el “linchamiento mediático” -según él- al que lo sometieron a raíz del “culiacanazo” de hace un mes, será interesante constatar cuántas respuestas hubo a su atenta invitación; cuántos comunicadores, cuántos ciudadanos quienes en su momento consideraron honestamente y manifestaron abiertamente que la decisión de suspender la detención de Ovidio Guzmán -hijo de “El Chapo”- fue una rendición de la autoridad ante la delincuencia, reconsideraron esa opinión, rectificaron, y, en efecto, ofrecieron la disculpa solicitada.

-II-

De entrada, es inexacto -por no decir que falso de toda falsedad- que quienes criticaron el fracaso del operativo de referencia, sostuvieran que el mismo debió haberse mantenido “a sangre y fuego”. U oyó mal, o se lo contaron mal…

Se dijo que, a diferencia de lo que solía suceder, cuando las detenciones de renombrados capos de la delincuencia organizada -el mismo “Chapo” Guzmán las dos veces que fue recapturado, por ejemplo- se realizaron limpiamente, “sin disparar una bala”, según la expresión que de ordinario acompañaba los respectivos reportes, haber permitido que los secuaces de Ovidio iniciaran una balacera, incendiaran vehículos y dejaran constancia de su superioridad numérica -¡y estratégica, sobre todo!- con respecto a la fuerza pública, exhibió impúdicamente la torpeza e incompetencia de la autoridad.

Abortar el operativo fue, sin duda, lo más sensato, al efecto de evitar un baño de sangre que seguramente habría ocasionado equis cantidad de víctimas inocentes… Fue, dadas las malditas circunstancias, lo más prudente. Lo cual no necesariamente significa que la decisión fuera encomiable por sí misma, ni que dejar libre al delincuente que se pretendía detener a petición del Gobierno norteamericano para efectos de extradición, merezca aplausos, reconocimientos y medallas.

-III-

La torpeza exhibida en ese episodio por los encargados de mantener el Estado de Derecho, de cumplir y hacer cumplir la ley, de combatir el delito y perseguir a los delincuentes, fue vergonzosa; su incompetencia, escandalosa. No procede, por tanto, querer hacer, de la necesidad, virtud.

Habrá lugar, en todo caso, para la disculpa solicitada, si, en el corto o mediano plazo, la fallida detención, en acatamiento de la ley, se realiza con la eficiencia y pulcritud deseables. No con la ineptitud exhibida aquella vez.

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