Jueves, 28 de Marzo 2024

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- Dilema

Por: Jaime García Elías

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El planteamiento del dilema, por parte de la “vox populi”, desde que se implantó la norma draconiana del distanciamiento social y su primer efecto fue la suspensión por tiempo indefinido de muchas actividades productivas, era irreprochable:

-O nos morimos de coronavirus… o nos morimos de hambre.

-II-

Lo primero -el riesgo de sumarse a la cifra de víctimas de la pandemia- equivale, toda proporción guardada, a jugar a la ruleta rusa (cinco a favor por una en contra), con todo y que las autoridades sanitarias advirtieron que la posibilidad de que el contagio fuera generalizado -el vaso medio vacío-… pero que -el vaso medio lleno- sólo el 20% desarrollara síntomas, una minoría de ese 20% requiriera hospitalización y tuviera que ser conectado a un respirador, y el índice de mortalidad por el virus fuera de .001%; es decir, uno por cada cien mil habitantes.

Lo otro, la imposibilidad de llevar a casa el diario sustento con las actividades productivas reducidas prácticamente a cero, condenaba a la mayor parte de la población -a los trabajadores informales, a los subempleados, a quienes (literalmente) viven al día- a morirse de hambre… o acogerse a la vieja maldición (o bendición, en el caso) de que los mantuviera el Gobierno.

La declaración del gobernador de Jalisco, el miércoles, de que “no podemos resistir más tiempo con la economía como está”, significa, en efecto, que es inevitable aprender a convivir con el riesgo; que muchas de las medidas que a partir del próximo lunes -primer día de la “Fase Cero”, según las previsiones oficiales- deban tomarse, pasarán a ser, también por tiempo indefinido, parte de nuestras nuevas rutinas; parte de nuestra propia vida, pues… especialmente si vivimos lo suficiente para comprobar si se cumple la hipótesis de que la secuela de la presente pandemia y de la crisis económica que trajo aparejada se resentirá, en todo el mundo, durante una década.

-III-

Se trata, al final de cuentas, salvadas todas las distancias, de situaciones similares a las que el género humano debió superar cuando el hombre encontró en la caza una opción para alimentarse, en el descubrimiento del fuego una opción para hacer más digeribles los alimentos y más acogedora su guarida, y en los de la rueda y la palanca, auxiliares para simplificar sus afanes y traslados… Aunque el fuego y la rueda, manejados sin la debida prudencia, siguen cobrando continuamente una cuota diaria de accidentes, percances, desgracias y hasta muertes.

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