Martes, 16 de Abril 2024

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La regenta Claudia

Por: Raymundo Riva Palacio

La regenta Claudia

La regenta Claudia

Regente es una palabra de varias acepciones. Una es política, de quien gobierna. Si hablamos del Gobierno de la Ciudad de México, también cabe la definición de administración. Regencia es como se llamaba al entonces Distrito Federal, que era un departamento administrativo del Gobierno federal. Lo encabezaba un regente, al que más adelante se le llamó jefe de Gobierno del Distrito Federal, nombrado por el Presidente en turno. Desde 1997, cuando el cargo pasó a ser de elección popular, la izquierda ha gobernado la hoy Ciudad de México, cohabitando con gobiernos del PRI y del PAN, manteniendo una distancia y abordaje crítico a los problemas comunes. Esa relación autónoma con el Gobierno federal ya no existe. Claudia Sheinbaum, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, con sus acciones y omisiones, la desapareció y se convirtió en regenta.

Sheinbaum fue electa en las urnas, con una gran legitimidad y amplio mandato. Sin embargo, se ha subordinado al Presidente Andrés Manuel López Obrador de una manera vergonzosa, quien le resuelve los problemas que generalmente la atropellan. Es un apéndice de López Obrador, de quien se mimetizó. Cada vez que el Presidente da una instrucción, ella repite el mensaje y sus palabras. Cada vez que se le va la ciudad de las manos, lo que es cotidiano, el Presidente ordena a su gabinete que le ayude a salir del pozo. No quería Guardia Nacional, y se la pusieron. No podía con las bandas de narcomenudistas, y el Cisen y la Marina entraron a su rescate. Iba a entrar en desabasto de combustible, y el director de Pemex le dio todo lo necesario para evitarle problemas. El lunes, fue la secretaría de Gobernación quien negoció con los líderes de taxistas que estrangularon a la Ciudad de México durante 12 horas, para que levantaran sus bloqueos.

López Obrador la estima como alguien casi de la familia desde hace varios lustros, y si por ellos fuera, sería la candidata a la Presidencia en 2024. El Presidente la han cuidado sobre manera desde los sismos de 2017, cuando el equipo de mayor confianza de López Obrador recibió instrucciones de apoyarla para evitar que cometiera tropiezos, en particular cuando parecía que el colapso del Colegio “Enrique Rébsamen”, en la entonces delegación que ella encabezaba, se la iba a llevar entre sus escombros. Cuando un par de sicarios ejecutaron a dos israelitas en Artz Pedregal, para desviar la opinión sobre el crimen organizado, sacrificaron al entonces secretario de Seguridad Pública, Jesús Orta, a declarar la sandez que se trataba de un crimen pasional.

Hasta ahora la han protegido, pero ¿hasta cuándo será esto posible? La semana pasada, ante la creciente exasperación de la ciudadanía ante las órdenes a la policía capitalina de no hacer nada frente a la violencia y destrozos urbanos de los grupos anarquistas, colaboradores del Presidente López Obrador dijeron que no iban a seguir permitiendo esa política impulsada por Sheinbaum, porque estaba a punto de volverse un conflicto entre ciudadanos. La obligaron a desplegar una estrategia -los irresponsables “Cinturones de Paz”, que violaron la Ley Federal del Trabajo y el Estatuto de Roma, que es un instrumento de la Corte Penal Internacional-, pero respaldaron sus acciones con un despliegue de fuerza federal, incluida la Policía Militar.

Sheinbaum tiene rendimientos decrecientes, sin cumplir aún el año de Gobierno, al haber permitido -con su confusa decisión de para no afectar la libertad de manifestación-, tolerar la paralización de la Ciudad de México de manera constante sin importar que afecte la libertad de terceros, se produzcan daños en propiedad privada, y afecten la economía capitalina. Policías federales han frenado diversas partes de la capital durante más de 10 horas, que aunque su problema es federal, las leyes que violan son locales. La protesta de los taxistas se llevó otras cinco horas. Agricultores de todo el país afectaron la zona poniente de la ciudad y el Centro Histórico por más de cinco horas. Todo tipo de grupo social, organizado y gritón, y de preferencia violento, pone en jaque a la ciudad ante la mirada pasiva de la policía, cuyas órdenes son no intervenir. Hasta vecinos inconformes con políticas micro locales han bloqueado el Segundo Piso del Periférico.

La Ciudad de México es de quien trabaja la mejor protesta o se organiza con mayor eficiencia para violar la ley, a sabiendas que la autoridad no se interpondrá. De esta manera, el ambulantaje regresó a Paseo de la Reforma y volvió a inundar Plaza Pino Suárez. Los taxistas, que ya les tomaron la medida a las autoridades capitalinas, recibieron prórrogas indefinidas para pasar revista, y los temibles microbuseros -la amenaza más grande para los capitalinos-, pudieron retomar algunas de las rutas de donde los habían erradicado. La capital es la segunda entidad más violenta del país y, como no se había visto, sus calles se han vuelto campo de batalla de organizaciones criminales.

Sheinbaum ha resultado muy pequeña para el cargo, lo cual explicaría el porqué el Presidente López Obrador decidió meterse tantas veces como sea necesario para evitar que fracase ante la opinión pública y se vuelva un lastre para sus propios fines. Una vez más, ¿hasta cuándo será esto posible? Por lo pronto, la fuerza del Presidente es suficiente para apuntalarla en sus yerros y deficiencias, pero ser regenta de la Ciudad de México no es sólo un despropósito sino una regresión. No se luchó por democratizar la vida pública capitalina para que venga Sheinbaum a desmantelar, por incapacidad o subordinación político-intelectual, lo que con tanto esfuerzo se construyó.
 

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