Viernes, 03 de Mayo 2024

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Primer “debate”

Por: Gabriela Aguilar

Primer “debate”

Primer “debate”

Sin pena ni gloria. Así concluyó el primer debate entre los candidatos por la Presidencia de la República, donde los grandes ausentes fueron la propuesta y el rigor. Se presentaron muchos temas -todos con áreas de oportunidad- y no hubo soluciones, ya que fue más un escaparate para exponer los escándalos y refrescar la memoria de los votantes sobre las “debilidades” de los oponentes que aprovechar una oportunidad de plantear alternativas para destacar. Nada nuevo bajo el sol. 

¿Debate? Yo diría que no hubo, para ello se debieron utilizar los minutos para la réplica, lo cual demuestra la falta de interés para generar la confrontación y probar que cada cual tiene una mejor propuesta para dar solución a un problema, pero no. El formato fue débil y los participantes se dieron el lujo de llevar al segundo debate las réplicas ahorrando el tiempo -del que se quejaron continuamente por las inconsistencias en el reloj en el primer bloque- pero que parecía sobrarles por las brevísimas respuestas. ¿Falta de preparación? No lo creo, pero sí faltó avivar la discusión, que al final del día es lo que resulta de la reflexión y la aportación en cada uno de los temas. 

¿Alguien ganó el debate? Considero que los candidatos no fueron a ganar, se cuidaron lo suficiente para no perder. Cada quien tiene su opinión. Lo evidente fue una Claudia Sheinbaum mesurada, una Xóchitl Gálvez apagada y nerviosa y un Jorge Máynez fiel a su “nueva política”, todos con un discurso plano que no alcanzó a cambiar el concepto preestablecido por cada uno antes de llegar al foro. Los candidatos se mantuvieron en el “yo he…” con el historial de trabajo en sus distintas trincheras -admitamos que es dispar entre los aspirantes pues no todos han tenido la oportunidad de gobernar una Entidad- cuando lo deseable sería escuchar la potencia de un “yo voy a…” teniendo claro cuáles son las acciones necesarias para mejorar la condición del país. 

Seguramente para el segundo encuentro, programado el próximo 28 de abril, serán evidentes los cambios y habrá que verificar si los candidatos tienen la oportunidad de esquivar respuestas como lo hizo Sheinbaum en el tercer bloque cuando se le pidió hablar sobre una política de combate a la impunidad en materia de feminicidios y prefirió hablar de programas sociales. Un candidato no debería tener opción de esquivar una respuesta o de cambiar de pregunta, menos cuando supuestamente es una inquietud de un ciudadano, pues al final del día así se formularon las preguntas que llevaron a la mesa. Si los argumentos de este primer debate fueran cruciales para decidir por quién votar, los electores estaríamos en problemas. Porque si temas como abasto de medicamentos, políticas para combatir la violencia contra las mujeres o la discriminación hacia los grupos vulnerables no tienen un plan de contingencia o propuestas para erradicarlos, no quiero imaginar cómo serán las respuestas o la evasión de las mismas en el debate donde la seguridad sea uno de los ejes. 

Recordemos que un debate es un recurso que en las campañas políticas nos permite conocer las opiniones y las acciones de un candidato, que los obliga a responder preguntas incómodas, pero si ése evita las respuestas -por la falta de presión de los moderadores o la falta de inquisición de los otros participantes- el problema es grave, porque una vez que la banda presidencial está puesta en el ganador de las elecciones no se puede “cambiar de pregunta” para garantizar la integridad de los ciudadanos. Ojalá que para el siguiente debate el rigor sea un requisito indispensable en la mesa de los moderadores y también de los candidatos para ver de qué están hechos -en vivo, bajo presión y sin apuntadores- quienes aspiran a gobernarnos.

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